viernes, 21 de noviembre de 2008

La tristeza y la furia


En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizá donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas...

Había una vez un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos, entraron al estanque.

La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida, sin saber por qué, se bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua. Pero la furia es ciega o, por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró.

Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino de la tristeza. Y así, vestida de tristeza, la furia se fue. Muy calmada, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

Jorge Bucay

4 comentarios:

en las nubes dijo...

Cuantas veces escondemos la tristeza tras gritos de enfado... menos mal que la alegría se disimula mucho peor!!! :D

Un abrazo!

Hada Azul dijo...

Si, la verdad es que si. Aunque la mayoría de los días sean de alegría, alguno se ve que es de tristeza, pero tras una caída nos volvemos a levantar y perdonamos.
Muchos besos.

Mara dijo...

Este cuento lo había leido ya... y me encantó. Tiene muchísima razón. Es una pena que disfracemos la tristeza, ya sea de furia o de alegría... Si no lo hiciéramos, seguramente se iría antes!

Hada Azul dijo...

Mara, si la verdad es que razón no le falta. De todo tiene que haber.
Un abrazo!!