martes, 25 de mayo de 2010

Solo amigos


Hace un mes, este mismo día, me desperté feliz, contenta, con ganas de verlo, de estar con él, como todas las mañanas. Casi se me había olvidado que estábamos enfadados y no nos hablábamos. Casi, porque, en cuanto llegué a clase, él me giró la cara, y, con ese gesto, me volvió a partir la alegría por la mitad.
-¿Nos hablamos ya?- Eso dijo a segunda hora.
-No lo sé, tú sabrás.- Le contesté.

En el 'recreo' lo mandé a la mierda. No quería, por supuesto, pero no aguantaba más la situación.
En las horas siguientes no nos hablamos. Todo había acabado ya, y yo lo sabía. Bueno, en realidad, lo supe desde el momento en que nos peleamos, desde el momento en que volví a comportarme como una estúpida.
En el segundo 'recreo', nos dimos un abrazo, un último abrazo, no recuerdo por qué.
Y ahí se terminó, ahí fue él quien se despidió de mí, ahí puso punto y final a todo por lo que yo había estado años luchando.
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¿Se pueden odiar las palabras? Sí, porque yo ese par las odio con todo mi corazón.

Desde ese día, todo ha cambiado, mi vida volvió a tornarse oscura por culpa de que el estar con él ya no volvería a alegrar mis días.
Pero ha sido mejor de lo que ese día pensé. Gracias a ellas, a mis dos mayores apoyos, a aquéllas a las que he hecho aguantar todo lo que he dicho, con las que he compartido todos los pensamientos que he tenido, a las que no me han dejado sola ni un sólo segundo. Y les agradezco de todo corazón todo lo que han hecho con tal de conseguir dibujar una sonrisa en mi cara en los momentos más difíciles.

Él ha sido, es, y será el más importante y lo sabe. Al igual que yo sé su punto de vista aunque no lo comprenda. Pero él es feliz y está contento, que, por muy tonto que pueda parecer, es lo que de verdad me importa. Porque lo quiero más de lo que nadie, ni siquiera él, pueda llegar a imaginar jamás.
Y, desde luego, a mi espalda llevo el peso, desde hace ya un mes, de la culpa que tengo por haber hecho que todo se vuelva a ir a la mierda. Y es un peso que tendré que llevar para siempre, supongo. No merezco nada suyo, quizá por eso nunca tengo nada.

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