Hace un mes, este mismo día, me desperté feliz, contenta, con ganas de verlo, de estar con él, como todas las mañanas. Casi se me había olvidado que estábamos enfadados y no nos hablábamos. Casi, porque, en cuanto llegué a clase, él me giró la cara, y, con ese gesto, me volvió a partir la alegría por la mitad.
-¿Nos hablamos ya?- Eso dijo a segunda hora.
-No lo sé, tú sabrás.- Le contesté.
En el 'recreo' lo mandé a la mierda. No quería, por supuesto, pero no aguantaba más la situación.
En las horas siguientes no nos hablamos. Todo había acabado ya, y yo lo sabía. Bueno, en realidad, lo supe desde el momento en que nos peleamos, desde el momento en que volví a comportarme como una estúpida.
En el segundo 'recreo', nos dimos un abrazo, un último abrazo, no recuerdo por qué.
Y ahí se terminó, ahí fue él quien se despidió de mí, ahí puso punto y final a todo por lo que yo había estado años luchando.
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¿Se pueden odiar las palabras? Sí, porque yo ese par las odio con todo mi corazón.
Desde ese día, todo ha cambiado, mi vida volvió a tornarse oscura por culpa de que el estar con él ya no volvería a alegrar mis días.
Pero ha sido mejor de lo que ese día pensé. Gracias a ellas, a mis dos mayores apoyos, a aquéllas a las que he hecho aguantar todo lo que he dicho, con las que he compartido todos los pensamientos que he tenido, a las que no me han dejado sola ni un sólo segundo. Y les agradezco de todo corazón todo lo que han hecho con tal de conseguir dibujar una sonrisa en mi cara en los momentos más difíciles.
Él ha sido, es, y será el más importante y lo sabe. Al igual que yo sé su punto de vista aunque no lo comprenda. Pero él es feliz y está contento, que, por muy tonto que pueda parecer, es lo que de verdad me importa. Porque lo quiero más de lo que nadie, ni siquiera él, pueda llegar a imaginar jamás.
Y, desde luego, a mi espalda llevo el peso, desde hace ya un mes, de la culpa que tengo por haber hecho que todo se vuelva a ir a la mierda. Y es un peso que tendré que llevar para siempre, supongo. No merezco nada suyo, quizá por eso nunca tengo nada.
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